¿Cómo preparar a los niños, adolescentes y jóvenes para un posible regreso a clases presenciales?
Docente de la Escuela de Psicología USAT
No cabe duda de que la pandemia ha modificado la forma de cómo se observa el entorno, por ejemplo, la capacidad para la toma de decisión, la formación y fortalecimiento de amistades y sobre todo, en el caso de los estudiantes, la manera cómo reciben las clases.
Para aquellos que se encontraban recibiendo la formación en aula antes de que inicie la pandemia, y de imprevisto cortar el proceso, genera remembranzas y nostalgias al recordar anécdotas de amigos cuando era hora de descansar después de una sesión de clase, observar a los maestros en una plática amena, dando respiro hasta retomar con las actividades. Para aquellos que no lograron tener la experiencia de recibir las enseñanzas en ambientes educativos; la incertidumbre, curiosidad y “nerviosismo”, como si se tratase del primer día de clases podrían presentarse. El tener en mente que posiblemente finalizará la modalidad virtual motiva la reflexión.
Como se indicó anteriormente, la persona cuenta con habilidad para adaptarse a circunstancias que le generen malestar o estrés, esta habilidad estará regulada por la etapa del desarrollo. No es lo mismo mencionar capacidad de adaptación de un niño de 9 años, adolescente de 15 o un joven de 22, no obstante, cada etapa cuenta con un bagaje de tareas específicas, en el caso de los niños es la diversión; el adolescente, vínculos interpersonales; y el joven, responsabilidad. ¿Qué pasaría si se uniera esas tareas con la finalidad de preparar al estudiante para el retorno a la presencialidad?…
La diversión, los vínculos interpersonales y la responsabilidad en conjunto se complementarán para brindar seguridad y propiciar estados emocionales positivos reflejándose en una adaptación eficaz frente a este nuevo evento, en algunos casos visitar las aulas por primera vez, y permanecer por un periodo de tiempo atento y concentrado, esperando el descanso entre un horario establecido.
La diversión extraída de los niños fortalece el carácter del estudiante, recordar eventos graciosos que ocurren en un salón de clase ayudará a tener una visión positiva del ambiente escolar, estos recuerdos pueden ser experiencias narradas por hermanos mayores, primos, padres, tíos, etc.; así como también es necesario practicar cada mañana antes de realizar cualquier actividad: sonreír, este gesto es un buen pronóstico para el inicio del día, el sentido del humor apoyará en este proceso.
Contar con vínculos interpersonales significativos es una pieza para considerar en esta preparación, es preciso señalar que la virtualidad ha incrementado los grupos de amigos, redes sociales unidos por intereses comunes. Independiente de la edad, las relaciones sociales son necesarias para el funcionamiento personal y social, estas relaciones deberán ser de calidad, el saber que esos grupos de amigos se trasladarán a un plano presencial puede significar una oportunidad para reforzar los lazos amicales y reconocer con seriedad el significado de amistad. El aula virtual, espacio donde la activación de la cámara es condicionada por la estabilidad de la conexión, siendo tan solo el vínculo el audio; el retorno será beneficioso, para derribar esas barreras y reconocer la importancia del contacto “aunque sea a la distancia”, de aquellos compañeros que no se conocían, familiarizándose e iniciando una nueva amistad.
La responsabilidad brindará serenidad; es decir ayudará a demostrar que paulatinamente es seguro permanecer en un espacio limitado y con personas alrededor; sin embargo, no significa que debamos hacer caso omiso a protocolos establecidos, aunque pueda parecer incómodo para el estudiante utilizar mascarilla, protector facial, uso de alcohol constante, entre otros, amerita ser responsable con uno mismo y con los demás, ya que ello contribuirá al descenso del virus y caminar libremente en un futuro cercano.
La familia como agente principal de esta preparación contribuirá con el fortalecimiento de las tareas antes señaladas, mediante el ejemplo, experiencias y seguridad, la misma que se reforzará en cada paso que dará el estudiante; ser observador de los cambios emocionales e intervenir a través del diálogo, respeto y confianza que una nueva etapa dará inicio, transmitiéndole mensajes positivos. Ayudar a evaluar la lista de actividades, que por motivos de virtualidad se desarrollaban, evaluando y negociando aquellas que ameritan ser modificadas.