Demografía empresarial: un análisis del presente y futuro de Chiclayo
Colaborador del Instituto Empresa y Sociedad de la USAT
Los datos obtenidos al 31 de diciembre del 2021 indican que el número de empresas con Registro Único de Contribuyente (RUC) activo son 2,981,098. Si comparamos las cifras con el año anterior -inicio de la pandemia en nuestro país-, encontramos un aumento de 7.3%, demostrando que, a pesar de las dificultades existentes, los peruanos tienen una tendencia marcada a salir adelante, siendo el emprendimiento uno de los caminos mayormente utilizados.
Asimismo, el informe revela que, entre los meses de octubre a diciembre del año pasado, en nuestra región Lambayeque se crearon o reactivaron sus operaciones 2,866 negocios, generando un incremento del 4.2% comparado con el 2020. Estos datos son positivos, pues generan puestos de trabajo directos por medio de la contratación de personal, y también indirectos, a través de la compra de artículos o insumos a proveedores. Igualmente contribuye a la recaudación tributaria tan necesaria en estos tres últimos años.
Sin embargo, 424 establecimientos cerraron, teniendo como principal razón la paralización de actividades exigida por el gobierno, la cual trae consigo pérdidas monetarias de capital para los accionistas, quienes invierten todos sus ahorros acumulados de años, o en algunas ocasiones, solicitan créditos a instituciones financieras. A su vez, aparecen los conflictos familiares, pues la gran mayoría se crean en los hogares. Por último, hay tiempo invertido en un proyecto, que no contaba con grandes fortalezas para soportar la pandemia generada por el Covid-19.
Por otro lado, nuestro país aún está en deuda con la innovación empresarial. Según el reporte de Competitividad global 2019, elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), ocupamos el puesto 90 de 141 naciones que forman parte de la investigación, con un puntaje de 32.7 en el pilar de “Capacidad de innovación”, el cual evalúa la cantidad y calidad de las investigaciones realizadas por instituciones públicas y privadas.
De la misma manera, este pilar agrupa los indicadores de diversidad en la fuerza laboral, el desarrollo de cluster, publicaciones científicas, aplicaciones de patentes, inversiones I+D, que tengan como finalidad transformar las ideas hasta alcanzar el valor agregado de productos o servicios aptos y atractivos para el mercado.
Según el informe, el ranking es liderado por Alemania, con una puntuación de 86.8. Asimismo, en América Latina y el Caribe (ALC), es Brasil el mejor posicionado, ubicándose en el puesto 40 a nivel mundial. Perú por su lado, forma parte de la Alianza del Pacífico junto con los países de México, Chile y Colombia, quienes también nos superan ocupando las posiciones 52, 53 y 77, respectivamente.
Sin duda, como país tenemos un gran trabajo por delante. Es necesario comprender que invertir en innovación es el camino para el crecimiento y desarrollo de las naciones. Chiclayo no es ajeno a lo que ocurre en el Perú, pues carecemos de negocios con ventaja competitiva.
La distribución empresarial, nos muestra que el 99.3% aproximadamente son micro y pequeños negocios, y solamente el 0.7% agrupa a las pequeñas y medianas. Las MYPES, tienen varias deficiencias por su naturaleza como fueron constituidas. Encontramos por ejemplo, la falta de liderazgo, debido a que la mayoría fueron creadas con el objetivo de subsistir cada día, por consiguiente, la persona responsable (propietario), no tiene claro cuál es la visión a futuro.
Del mismo modo, los problemas financieros son recurrentes, ya que no saben administrar eficientemente el dinero. Otro punto importante, es la falta de capacitación y preparación técnica del equipo de colaboradores, pues para el dueño no es primordial invertir en formación, trayendo consigo desmotivación laboral, retraso en producción, alejarse de la vanguardia en cuanto a las exigencias de los clientes, desconocimiento de las tendencias mundiales, falta de competitividad en el mercado, trabajo empírico y manual, entre otras consecuencias que afectan directamente la productividad, y los indicadores financieros de liquidez, solvencia y rentabilidad.
Con todos estos problemas, nos damos cuenta que los emprendedores solo operan en el día a día; es decir, sin tener expectativas de crecimiento, y por ende, falta de diferenciación con la competencia.
El trabajo que se viene es arduo. Es trascendental cambiar la manera de ver las corporaciones, y ser conscientes que el valor agregado en los bienes primará en los consumidores al momento de elegir entre las distintas opciones presentes en el mercado global, y fundamentalmente están dispuestos a pagar un adicional por algo único y novedoso.
Por lo tanto, con el objetivo de impulsar el cambio hacia la modernidad y estar a la vanguardia de lo que exige el entorno, es imprescindible mantener y afianzar -aún más- la articulación entre las instituciones públicas (Gobierno central, regional y local); la academia, representada por las universidades e institutos superiores; y el sector empresarial, para lograr crear productos y servicios con diferenciación que capten la atención de compradores nacionales e internacionales. No obstante, puede existir la dificultad de exportar por parte de una MYPE, por falta de capital, nivel de producción, estándares de calidad exigidos en el extranjero, etcétera, pero se soluciona mediante la generación de cluster en los diferentes sectores económicos, y encontrando ubicaciones estratégicas para el acceso de emprendedores nuevos y consolidados.
Otro aspecto que se debe continuar -porque sigue dando buenos resultados-, es el asistirlos por medio de capacitaciones en temas de emprendimiento y metodologías ágiles, para que conozcan cómo aterrizar una idea y no quede en el aire. Asimismo, aprender sobre planes de negocio, en los cuales se podrá determinar si es o no viable, disminuyendo el riesgo significativamente. Igualmente, conceptos de gestión, a fin de saber administrar, liderar y tomar decisiones correctamente; y habilidades blandas, que ayuden a una buena comunicación con los stakeholders internos y externos.
Por último, sabemos que Chiclayo, al igual que otras ciudades del país, poseen un alto índice de informalidad, el cual ronda aproximadamente el 85%, es decir, de cien firmas, solo quince cuentan con RUC. Es elemental la intervención del Estado por medio de un plan que incentive y no obligue a la formalización, el cual conlleve a contratación de personas en planilla de haberes y reciba todos los beneficios de Ley.
Señores, necesitamos trabajar unidos afianzando lazos institucionales en favor de nuestra provincia de Chiclayo, para lograr el crecimiento y desarrollo que esperamos por décadas. Gracias.